El Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, reunido en Bogotá, ha inscrito cinco elementos en la Lista del patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia.
Los nuevos elementos son:
La danza popular “seperu” es un elemento del patrimonio cultural vivo que, además de la interpretación de bailes y cantos, engloba la ejecución de rituales sacros que revisten una gran importancia para los miembros de la comunidad veekuhane. Las bailarinas se colocan formando un arco de herradura y los bailarines se sitúan frente a ellas, entre los extremos de dicho arco. El bailarín principal escoge a una de las mujeres, al mismo tiempo que los demás ejecutantes imitan el canto de un palomo macho. Aunque esta danza popular constituye un símbolo esencial de la identidad y autoestima de los veekuhane, su práctica corre peligro por la disminución de sus depositarios y practicantes activos, por la orientación de los programas escolares vigentes y por los procesos de modernización que han obligado a los miembros de la comunidad veekuhane a emigrar a otras regiones del país.
Los rituales y prácticas relacionados con el santuario de Kit Mikayi constituyen un elemento del patrimonio cultural vivo de los luo del oeste de Kenya. Los miembros de los grupos étnicos luo van al santuario por muy diferentes motivos: orar, prestar juramento y ejecutar rituales. Cuando se producían catástrofes como las hambrunas, los ancianos y mujeres de alto rango social de las comunidades iban al santuario a dirigir la ejecución de una serie de ritos rogativos para que se produjeran lluvias y se obtuviesen cosechas abundantes. En esas ceremonias, los hombres se encargaban de los sacrificios de animales entre otras tareas, y las mujeres bailaban, cantaban y preparaban las comidas con las que se acompañaban las ceremonias rituales. Durante generaciones, las comunidades luo han considerado sagrado este sitio. Sin embargo, la viabilidad de este elemento del patrimonio vivo se ve amenazada hoy en día por los siguientes factores: el envejecimiento de sus depositarios y practicantes, la invasión de los espacios culturales del entorno del santuario y la frecuencia cada vez menor de la celebración de rituales.
La música con tambor del archipiélago de las Chagos es una de las modalidades de la música “sega” de Mauricio. Al igual que las demás variantes de este género musical, se trata de una expresión cultural y artística emanada de la esclavitud, compuesta por melodías, danzas y canciones ligeras, sonoras y rítmicas interpretadas en el dialecto criollo de estas islas. El instrumento musical por excelencia de este elemento del patrimonio cultural vivo es un gran tambor redondo semejante a un pandero. Las letras de las canciones relatan episodios de la vida diaria. Pese a los esfuerzos realizados para salvaguardar este elemento, varios factores ponen en riesgo su viabilidad: la afición de las generaciones más jóvenes por otros tipos de música; la desaparición de las personas mayores que mejor conocen esta práctica cultural; y la emigración de personas que han tenido que afrontar la pobreza y la falta de cohesión comunitaria en otros países, lo que ha traído consigo su pérdida de la memoria del elemento y un desinterés por su práctica.
Este elemento del patrimonio cultural vivo atañe al elaborado ritual de acción de gracias denominado “buklog” que practica el pueblo indígena de los subanen, asentado en el sur del archipiélago filipino. La ejecución de ese ritual tiene por objeto rendir gracias a los espíritus y preservar la armonía entre los miembros de una familia, un clan o una comunidad, así como entre los seres humanos, la naturaleza y el mundo de los espíritus. Después del ritual, los participantes en él suben a bailar al “buklog”, espacio social y sagrado formado por una alta plataforma de madera cuyo sonido se cree que resulta grato a los espíritus. A continuación, la comunidad ejecuta una danza para patentizar la renovación de los vínculos espirituales y sociales que unen a sus miembros. Ante la conjunción de toda una serie de graves peligros de índole cultural, sociopolítica y económica, se considera que este elemento se halla actualmente en una situación de gran vulnerabilidad, pese a la serie de medidas sumamente apropiadas que los subanen han venido adoptando para garantizar la supervivencia de su cultura.
Los habitantes del pueblo de Pahost celebran el ritual de primavera denominado “juraǔski karahod” el día de la festividad de San Jorge, patrono de la ganadería y la agricultura para los bielorrusos. En esta fiesta se cumple con un ritual especial en dos fases. Tradicionalmente, la primera fase tiene por escenario las caballerizas y establos de las granjas, donde se ejecutan actos ceremoniales para pedir la protección del ganado que va a salir al aire libre por primera vez después del invierno. La segunda fase guarda relación con las actividades agrarias y consiste en la preparación de un pan ceremonial, denominado “karahod”, y de un pan negro sacrificial, del que se entierra un trozo en el campo impetrando a Dios que las cosechas sean buenas. A pesar de los esfuerzos que la comunidad ha venido haciendo de concierto para salvaguardar este elemento del patrimonio cultural vivo, su viabilidad corre peligro actualmente debido a los siguientes factores: el envejecimiento de la población de Pahost, la situación económica de la región, la falta de posibilidades de empleo en el pueblo, la mundialización y la folclorización del elemento.
La Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia contiene elementos del patrimonio vivo cuya viabilidad corre peligro y permite movilizar la cooperación y asistencia internacional para fortalecer la transmisión de estos elemento culturales, de común acuerdo con las comunidades interesadas.
Reunión:
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14a reunión del Comité integubernamental (9 de diciembre de 2019 – 14 de diciembre de 2019)