En medio de la pandemia mundial de estos días, el coronavirus viene a desafiar muchas creencias que tenemos acerca del mundo, las distancias, el efecto mariposa (el impacto que tiene un aleteo pequeño en el otro lado del mundo y cómo nos repercute dentro nuestro) y también en el entorno de las actividades culturales y de los portadores y transmisores del patrimonio cultural inmaterial, hoy denominado: “Patrimonio Vivo” (PV).
A pesar de la atenuación de la pandemia y del regreso a la producción económica y circulación urbana, no todo será igual, entre ellas las actividades sociales que encierran grandes aforos o aglomeraciones de personas, siendo los más afectados los espectáculos públicos masivos de las fiestas folclóricas, profanas y religiosas, en donde tradicionalmente se manifiesta y recrea el patrimonio vivo.
El depósito del PCI está en la memoria de sus portadores y transmisores, el que, en su mayor esencia por la acumulación de años de experiencias lo ostentan los mayores de 50 y 60 años, quienes son los más vulnerables al coronavirus y los que desafortunadamente no cuentan en muchos países con el apoyo Estado para la sostenibilidad de su salud y calidad de vida, como de la infraestructura logística para el desarrollo y transmisión del PCI a las nuevas generaciones.
Ante tales circunstancias, se hace necesario repensar y reinventar los espacios estructurales de manifestación cultural y estímulo del PCI. Los seres humanos tenemos una gran capacidad adaptativa y resiliente ante situaciones adversas y catastróficas de largo aliento.
Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones propongo las siguientes adaptaciones para garantizar la continuidad y transmisión de las manifestaciones culturales del PCI:
1. Separación de las manifestaciones culturales del PCI (danzas, disfraces, rituales, gastronomía típica) de los espectáculos públicos. Entre otras, esto contribuye a depurar y rectificar el patrimonio vivo de mutaciones y desviaciones que genera la espectacularización, sacándolo de su contexto ritualístico, folclórico y tradicional.
1.1. Actuación en recintos cerrados con grupos de danzas no mayores a 10 parejas (20 personas), grupos musicales de planta no mayores a 7 personas; jurado evaluador de 3 personas y personal de organización y producción exclusivamente y conservando todas las medidas de bioseguridad.
1.2. La proyección al público será virtual a través de la televisión regional y las redes sociales.
2. Fortalecimiento y comprometimiento de los países partes de los acuerdos con la UNESCO del programa: Tesoros Humanos Vivos que apunta a la protección y estímulo de los portadores del PCI, ya que son varios los países entre ellos Colombia, que abandonan y descuidan a los portadores y transmisores del PCI perdiéndose con la muerte de estas personas, acervo cultural valioso de sostenibilidad del patrimonio vivo.
2.1. En términos transitorios mientras se dan las reglamentaciones y convenciones para el caso, es vital el apoyo de la UNESCO directamente a las organizaciones ONG de portadores y transmisores del patrimonio vivo en peligros de desaparición y extinción.
3. Utilización de las tecnologías modernas de comunicación a través del internet, telefonía móvil y las redes sociales.
3.1. Grabación y difusión virtual de eventos, festivales, encuentros, espacios, etc, de las manifestaciones culturales del patrimonio vivo.
3.2. Utilización de plataformas virtuales de video-comunicación.
3.3. Formación y/o contratación técnica de personal experto y de servicios de estas tecnologías.
4. Transmisión de saberes, cursos, ensayos, formación conceptual, diseños y creación de documentales, videoclip, conferencias live streaming relacionados con el origen, historia, teorías, salvaguardia y apropiación del patrimonio vivo.
Las designaciones utilizadas y la presentación de los textos y documentos presentados en esta plataforma no suponen ninguna toma de posición por parte de la UNESCO acerca de la condición jurídica de los países, territorios, ciudades o zonas ni respecto al trazado de sus fronteras o límites.