Conocimientos, técnicas y rituales vinculados a la renovación anual del puente Q’eswachaka
Inscrito en 2013 (8.COM) en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
El puente colgante de cuerda Q’eswachaka une las dos laderas de un desfiladero del río Apurímac, situado en los Andes meridionales del Perú. Todos los años se renueva utilizando materias primas y técnicas tradicionales que datan de la época incaica. Las comunidades campesinas quechuas de Huinchiri, Chaupibanda, Choccayhua y Ccollana Quehue consideran que este trabajo en común no es solamente un medio para mantener en buen estado una vía de comunicación, sino que es también una forma de estrechar los lazos sociales que existen entre ellas. El puente se considera un símbolo sagrado del vínculo que une a las comunidades con la naturaleza y con su historia y tradiciones, de ahí que su renovación anual vaya acompañada de la celebración de ceremonias rituales. Aunque la renovación del puente solamente dura tres días, de hecho estructura la vida de las comunidades participantes a lo largo de todo el año, ya que les permite comunicar entre ellas, reforzar sus vínculos seculares y reafirmar su identidad cultural. La renovación empieza con el trabajo de las familias de las comunidades, que cortan paja y la trenzan en sogas de unos setenta metros de largo. Bajo la supervisión de dos maestros constructores, se entrelazan esas sogas para formar las seis cuerdas de gran grosor que sirven de armazón al puente. Luego, los hombres de las comunidades las atan sólidamente a las antiguas bases de piedra situadas a cada lado del desfiladero. Dos maestros tejedores dirigen y efectúan después el tejido del resto del cordaje del puente, avanzando desde los dos extremos opuestos de éste. Una vez acabada la renovación del puente, las comunidades celebran la finalización de los trabajos con una fiesta. Las técnicas de tejido de los cordajes del puente se enseñan y aprenden en el seno de las familias.