Los pueblos indígenas poseen un patrimonio vivo muy diverso, que comprende prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y competencias. Sin embargo, esta diversidad y su transmisión se encuentran en riesgo. La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto y ha exacerbado muchas desigualdades existentes, y ha afectado de manera desproporcionada a muchas poblaciones de todo el mundo que ya se encontraban expuestas a situaciones de pobreza, enfermedad, discriminación, inestabilidad institucional o inseguridad financiera. En el caso de los pueblos indígenas, el contraste es aún más acusado.
Los efectos de la pandemia de COVID-19 sobre los pueblos indígenas quedaron patentes en varias respuestas a la encuesta realizada por la Entidad del Patrimonio Vivo. Los pueblos indígenas, en particular los ancianos, son vulnerables a los riesgos de la pandemia, lo cual repercute de manera significativa en la cultura de las comunidades afectadas. Los ancianos indígenas desempeñan un papel esencial en la transmisión de su cultura, sus conocimientos, valores e idiomas a las generaciones futuras. Pese a todo, los pueblos indígenas han sabido utilizar su patrimonio vivo como una herramienta de resiliencia e incluso resistencia frente a la pandemia. Este hecho pone de relieve la auténtica necesidad de incluir a los pueblos indígenas entre los principales beneficiarios de un nuevo contrato social en un mundo pospandémico.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el período 2022-2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (IDIL2022-2032) y propuso a la UNESCO desempeñarse como principal organismo de las Naciones Unidas encargado de las labores de organización, en colaboración con el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES) y otros organismos pertinentes, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Un ejemplo particularmente revelador es el de las tradiciones orales de los amazigh en la cordillera del Atlas de Marruecos. Este pueblo adaptó sus tradiciones para ayudar a crear conciencia sobre la COVID-19. La comunidad difundió poemas en verso y en prosa para expresar sus sentimientos sobre la pandemia y alentar a sus miembros a seguir los consejos de salud pública. Este ejemplo también subraya la importancia de las lenguas locales e indígenas para comunicar información sobre la COVID-19 de manera eficaz.
En Colombia, los ancianos misaks (o guambianos) enseñan técnicas agrícolas tradicionales a las generaciones más jóvenes, consolidando así sus recetas tradicionales, y los piaroas han estado realizando investigaciones en huertos experimentales durante la pandemia para recuperar determinadas semillas tradicionales. El pueblo yaruro ha estado investigando cómo cultivar palmeras moriche, que constituyen una fuente de alimento y proporcionan madera para construir viviendas y elaborar artesanías. También han aprovechado para indagar en los relatos tradicionales y los mitos relacionados con las palmeras moriche.
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